por Ximena Amarales | Dic 11, 2019 | Roma, Vaticano |
GIANO BIFRONTE
El Dios Giano era una de las divinidades más antiguas de la religión romana, latina e itálica. Giano podía mirar el futuro e interpretar el pasado. Sus características eran la de tener dos caras y normalmente era colocada en la entrada de toda casa o ciudad. Giano era el principio de toda cosa, no era hijo de algún Dios del Olimpo, porque él estaba por sobre ellos, como Padre de los Dioses. Un “augure” (sacerdote) del mundo romano antiguo, escribía en los libros sobre los Auspicios, que Giano era “aquel que plasma y gobierna cada cosa y unió circundándola con el cielo, la esencia del agua y la tierra pesada y tendiente a descender a los profundo, a aquella del fuego y del aire, ligero y tendiente a subir al alto y que fue la inmane fuerza del cielo a tener unidas las dos fuerzas contrastantes”
Tal fue la importancia del Dios Giano, que en la reforma del calendario romano, llevada a cabo por el segundo rey de Roma, Numa Pompilio, en el VIII siglo a. C, dedicó a Giano, el primer mes sucesivo al solsticio de invierno y que en la reforma llevada a cabo por Giulio Cesar en el 46 a.C pasó a ser el primer mes del año: Gianuarius, January o Enero.
Pero no sólo, en Roma, en el IV siglo, el Emperador Constantino hizo construir un Arco en la ciudad de Roma, que se encontraba en la entrada fluvial del Foro Romano, es decir delante del puerto Tiberino y enfrentando la isla Tiberina.
El catolicismo también incorporó a Giano entre sus divinidades reconocidas, San Agostino, padre y Doctor de la iglesia católica, escribía en el V siglo: “ a Gianus pertenecen ” y competen “todos los inicios” Particular que permanece hasta nuestros días, dado que el primer mes del año, inicio y comienzo de un nuevo ciclo vital y cósmico, se le llama Enero o January.
por Ximena Amarales | Dic 22, 2017 | Vatican tours, Vaticano |
En el Angelus de este Domingo de Diciembre y a pocos días de la Navidad el Santo Padre dio a conocer su lectura de la teología de la liberación: la misión de los cristianos como liberadores de la esclavitud.
Después de haber encontrado a los niños y durante dicha bendición recordó las palabras de Isaias que Jesús se hizo hombre “para traer el feliz anuncio a los pobres, para vendar las heridas de los corazones quebrados, para proclamar la libertad de los esclavos, la liberación de los prisioneros, y promulgar el año de gracia del Señor”. “estas palabras que Jesus hará suyas en el discurso de la Sinagoga de Nazaret, aclaran – dijo el Papa Francisco – que su misión en el mundo consiste en la liberación del pecado y de la esclavitud personal y social que ello produce. Él vino a la tierra para dar a lod hombres la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, que sólo El puede comunicar.” Francisco dijo estas palabras precisamente el el “ Domingo de la Alegría” en la cual la liturgia nos invita a a tomar el espíritu generador de ésta, la alegría”. Debemos, subrayó, “mantenernos siempre en la alegría, aún cuando las cosas no van según nuestros deseos·. “La angustia, las dificultades y el sufrimiento- de hecho- atraviesan por la vida de cada uno y aveces la realidad que nos circunda parece ser hosca y árida, como el desierto en el cual se sentía la voz de Juan Bautista, como recuerda el evangelio de hoy. Pero son las palabras del Bautista que revelan que nuestra alegría se apoya sobre la certidumbre que este desierto está habitado: “en medio de ustedes está uno que ustedes no conocen: se trata de Jesús, el enviado del Padre que viene. “ La alegría, que caracteriza la llegad del Mesías”
El Santo Padre concluye este mensaje diciendo: “alegría, oración, agradecimiento, son tres actitudes que nos preparan a vivir la Navidad en manera auténtica”